Thursday, December 17, 2009

Arrojados

Para alzarme debí arrojar tanto lastre…
Tantas cosas tiradas,
cosas sacrificadas para aligerar peso
como en aquellos globos novelados por Verne
(“-Soltad lastre,
soltadlo”)…

Y ahora aquellos objetos lanzados,
expulsados,
desde el suelo me miran
-ya maltrechos,
ya rotos-.
Miran y me preguntan:

-¿Hiciste bien echándonos?
¿Lo que al volar has visto valió más que nosotros?
¿Te volvió más feliz, más alegre que cuando estábamos contigo?
(“Lastre”, “pesos inútiles”,
así nos valoraste.
“Objetos prescindibles”, “lanzables por la borda”).

Y yo miro hacia abajo y después hacia dentro
-tal vez interrogándome,
comparando tal vez-
y al final enmudezco sin poder contestarles,
sin saber qué decir.

4 comments:

NáN said...

Me llega como un enigma nuevo. Quizá porque en mí prima la alegría del deshacerme.

Tendré que pensarlo.

saiz said...

Sin duda deshacerse, desprenderse de cosas, puede ser causa de alegría: soltar el lastre, el plomo de los pies... Pero a veces nos desprendemos de cosas que no sentimos como rémoras: cosas que inmolamos para obtener otras que nos parecen mejores.

Sí, sacrificamos unas cosas para alcanzar otras (como una especie de sacrificio al servicio de una deidad --el dios-progreso, el dios-futuro, etc.--). Y a veces resulta inevitable preguntarse si aquello que sacrificamos no vale más que la propia deidad a la que ofrecemos el sacrificio.

Gracias, Nán.

Noite de luNa said...

Siempre que vengo me llevo algo interesante. Has escrito parte de mis pensamientos.Concretamente de internet y de los blog.
Me desprendí de uno y me desprenderé de otro o quitaré comentarios. Me agoto.
Prima el lucimiento exterior y no me gusta.
No me cuesta desprenderme de las cosas.

gracias

NáN said...

Insisto, aunque me ponga pesado. Hay una alegría en desprenderse también de lo válido. En hacerse hueso.