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en el presente los gritos del pasado
los audibles sollozos del pasado
las risas
limpias
sucias
del pasado
las palabras aquellas
dichas y no apagadas
los tonos persistentes con que se pronunciaron
las frases
blandas
duras
del pasado
tiempo arriba subiendo de lo hondo
sonando desde dentro
viejas
nuevas
vibrando retumbando
las voces del pasado en el presente
Esta es la flor que ha brotado en el suelo
pisado por mis días.
Es sombría y discreta,
escasa de fulgor,
indigna de catálogos y álbumes de botánica.
Pero es la flor que surgió en mi escombrera,
la única,
la uniquísima que logró germinar
en medio de mi fango.
Creció gracias a él.
Creció a pesar de él.
No importa que sus pétalos sean asimétricos
ni que luzcan así,
descoloridos.
Da igual que en su perfume haya recuerdos agrios.
No viene de semillas seleccionadas.
No ha sido cultivada por ningún jardinero.
No estuvo protegida por ninguna mampara.
No: ella floreció sola y se alzó por sí misma,
milímetro a milímetro,
del cieno de mi vida.
Mírala bien:
es la flor de la tierra embarrada
de tantos caminos polvorientos.
La rara,
desgarbada,
incorrecta y
hermosa
flor nacida de mí.