Monday, June 30, 2008

Llegarás a una playa


Se enturbiarán las aguas transparentes y
-náufrago de un mar oscurecido,
tan denso y viscoso como el mercurio-
entre olas de conciencia derretida
llegarás a una playa solitaria,
desolada y también acogedora,
cálidamente fría,
gélidamente cálida.
A una playa de arena gris y blanda.
A una playa sin gente ni palmeras,
a una playa sin barcos ni gaviotas,
a una playa sin tiempo ni horizonte.
…A una playa que, aun así,
te pedirá que te quedes.

10 comments:

Anonymous said...

Hermoso... Otra vez a vueltas con la muerte.

Anonymous said...

Sólo de pensar en llegar a una playa así, me dan escalofríos. Yo prefiero que tenga sol, estrellas, arena, gente, muchísima gente, para que me acompañe, para no sentirme sola.

saiz said...

Muchas gracias, Aurora y Cloe, por vuestros comentarios. A veces uno no está seguro de que se entienda lo que escribe. Al leer vuestros comentarios me reconforta saber que sí se ha entendido.

Lo que dices, Cloe, acerca de que esa playa produce escalofríos, se comprende bien. Pero es posible que, cuando crucemos la frontera, percibamos ese sitio de otra manera (por supuesto, no con los ojos). Yo deseo que sea así: que, a pesar de su frialdad y aridez, pueda en cierto modo resultarnos cálido y acogedor.

Anonymous said...

A mi me gustó la imagen de un mar compuesto por "conciencia derretida", supongo que esa especie de mercurio es la materia gris hecha líquida.

Anonymous said...

Es recurrente en muchas personas el miedo a la muerte, lo que conlleva también miedo a la vida. Es la única certeza que tenemos, que nacemos para morir ¿por qué tiene que ser negativo?. Es una idea cultural. Para nada, es un tránsito hermoso, bello y lleno de paz.

saiz said...

Quizá sean como dos hermanas, la vida y la muerte. Y no es justo que una de ellas sea siempre indeseada y malquerida.

Por lo demás, ya hemos estado muertos. Yo, por ejemplo, estuve muerto desde el principio de los tiempos hasta el año 1962 (D. C.). Y el recuerdo (o el no-recuerdo) de ese tiempo de inexistencia no es especialmente negativo.

Gemma said...

A vueltas con el neurólogo Óscar Marín, doctor en Biología y en Neurociencia (con la entrevista en La Vanguardia del día 22/7/08, quise decir): "La mayor parte de las veces no vemos el 40% de las cosas que creemos que estamos viendo, el cerebro rellena todo lo que no ve, y eso ocurre con todas nuestras percepciones, incluido nuestro estado personal: nuestra experiencia pasada va rellenando nuestra vida presente".

Más abrazos

saiz said...

Gracias, Mega, por tu comentario.

Me interesa mucho todo lo que dices sobre este asunto de la percepción. Lo que percibimos y lo que no percibimos.

Nuestra retina es como un espejo (bueno, dos espejos) en que se va reflejando todo cuanto tenemos delante. Pero de la mayor parte de las cosas que allí se reflejan no somos conscientes. Si sales a la calle, toda la calle estará en tus retinas. Pero seguro que no ves todo. Sólo aquello a lo que prestas atención.

Lo mismo pasa con los tímpanos. Todas las ondas sonoras, todos los ruidos, reverberan en esas membranas. Pero muchos de esos sonidos no los percibimos, sencillamente porque no les prestamos atención. Son ruidos que han estado en nosotros, han estado en nuestros tímpanos, en nuestros oídos... pero no hemos sido consciente de ellos, no los hemos percibido.

Gemma said...

¿Qué determina entonces que oigamos ciertas cosas frente a otras? ¿Que no veamos en absoluto algo existente o que, por el contrario, lo veamos sólo?

...

(Lástima no tener a mano al neurólogo de LV, jaja.)

saiz said...

Gracias, Mega. No había leído tu comentario hasta hoy, así que no sé cuánto tiempo lleva aquí.

Respecto a lo que dices, supongo que es la atención que prestamos, por lo que, en cierto modo, vemos sólo lo que queremos ver y oímos sólo lo que queremos oír (aunque ese "querer" no sea propiamente un acto voluntario, sino una especie de selección inconsciente: de todo lo visible y de todo lo audible seleccionamos sólo una parte. El resto está ahí pero lo excluimos y desechamos).

Por ello continuamente "se ven" cosas pero no las vemos; "se oyen" cosas pero no las oímos.

En suma, sentir no es sólo sentir, sino también seleccionar, de entre todo lo perceptible en cada momento, aquella parte que sí percibimos (y excluir el resto).