Tuesday, March 09, 2010

Queriendo escapar

Pretendiendo escapar del dolor,
de la mutilación,
de las heridas,
pretendiendo escapar del gran monstruo,
del devorador ogro que nos sigue,
queriendo huir de él
pero no pudiendo,
con las piernas acorchadas y flojas
(ese sueño común de los humanos,
ése que tantas noches nos visita:
algo que nos persigue y
nos alcanza porque de pronto los pies no responden,
tus pies se han vuelto lentos y pesados,
tan torpes que ahora no saben correr…),
fuimos así escapando
trecho a trecho
hasta que entendimos que era imposible,
que no había forma de esquivar sus garras,
y entonces ya dejamos de huir
(-Cobra tu presa, monstruo; dame alcance).
Entonces finalmente
lo asumimos.

4 comments:

Isabel Martínez Barquero said...

A veces, uno escapa cuando se entrega al monstruo. Lo doma, lo seduce.
Paradojas de la vida.
Un abrazo.

saiz said...

Sí, Isabel, digamos que al monstruo se le puede incorporar como una parte o un ingrediente más de la vida. Entonces es cuando lo asumimos, cuando nos damos cuenta de que uno no puede escapar, o al menos no totalmente, de él.

Había, hace años, una canción que decía

"Querida tristeza, de ti me he enamora(d)o,
y ya he dejao de ser un pobre desgracia(d)o
a tu la(d)o".

En cierto modo esta canción expresaba una idea similar.

Es curioso que algunas letras de canciones se me quedan grabadas, probablemente porque están (o al menos yo las veo así) llenas de poesía. Recuerdo que esta canción, que la cantaba Gabinete Caligari, decía también

"La sangre de tu tristeza será el perrito fiel...

La sangre de tu tristeza viniendo por detrás
como una novia traviesa un beso te va a dar...".

Ahora bien, una cosa es que no estemos constantemente huyendo del monstruo (fugitivos permanentes), y otra muy distinta que nos echemos en sus brazos.

Y hablando de brazos, un abrazo también para ti.

NáN said...

Estoy de acuerdo con Isabel. Creo que no se trata tanto de "ser" el monstruo, sino de aceptar la parte de monstruo que somos, domarlo, integrarlo, redondear sus garras. En realidad, lo veo muy relacionado con el poema en el que comenté que deberíamos perdonarnos a nosotros mismos.

saiz said...

Gracias, Nán: redondear las garras del monstruo. Es una imagen perfecta. ¿Qué más podría añadir yo?