Monday, March 15, 2010

Nuestra pequeña suerte

Qué suerte que el dolor
se alivie
Que suerte que los recuerdos
se borren
Qué suerte que la sangre
se coagule
Qué suerte que las lágrimas
se sequen
Qué suerte que las heridas
cicatricen
Qué suerte que haya
remanso
tregua
encaje
olvido
Qué suerte
En medio de lo adverso
y de lo fatal
qué suerte

2 comments:

Isabel Martínez Barquero said...

Los oásis son lo mejor del desierto, como los recreos lo mejor de las clases.
¡Qué suerte que existan los respiros y que alguien les alce un himno!
Un abrazo grande.

saiz said...

Sí, Isabel. En el valle de las lágrimas (qué expresión esta, ya sé que de procedencia religiosa pero ¿quién la habrá inventado?), en el valle de lágrimas -digo- hay algunas colinas, montículos que se alzan y sobresalen por encima del propio valle. Y es gracias a ellos que no nos ahogamos. Aguantemos subidos en esos montículos, colinas o (como dices) oasis, todo lo que podamos.