Tuesday, September 01, 2009

Atrapados

La alegría que dura poco
en la casa del hombre

El pasado en que ya no
nos reconocemos

El futuro en que
tememos pensar

Los segundos de plomo en la niñez
a la hora de la siesta

Los minutos huidizos
en la feria del pueblo

Los días que nos cruzan
y por los que cruzamos

La sucesión de ahoras
guardada en el recuerdo
La memoria que bebe de la imaginación

Las ganas de mover las agujas
a veces adelante, a veces atrás
Las ganas de empujarlas
pero no sirve

El tic tac que puede ser parado pero
el mundo no,
el mundo sigue gira y gira

Esta experiencia efímera que llamamos vivir
y abarca ochenta vueltas,
raramente cien vueltas alrededor del sol

El físico eminente que duda
(y habla en serio)
de que exista el tiempo
mientras piensa
debo acabar ya o perderé el avión

Y nosotros
también dudosamente reales
como barcos sin ancla cautivos en su oleaje,
arrastrados por su turbio fluir de siemprenunca
¿existente, inexistente?
¿real, irreal?

2 comments:

NáN said...

Veo que has vuelto con fuerza.

Los segundos de plomo en la niñez
a la hora de la siesta

Qué bien dicho y qué verdadero. Ya sabes, los días pasan despacio y los años rápido. Soy más de contar por lunas. Al final de la peli "El cielo protector", aparece Bowles en la mesa de un cafetín y se pregunta en voz alta: "¿Cuántas lunas llenas me quedan por ver?". Me parece más real y más lento.

Ahora, todo es vertiginoso.

saiz said...

Muchas gracias, Nán. Sea lo que sea el tiempo, más vale poder sentirlo (por cierto, ¿con qué sentido percibimos el tiempo?).

La única forma de salirnos del tiempo es morir. Para los muertos no existe el tiempo. Pero en fin: para dejar de percibir el tiempo (o sea, para extinguirnos)... siempre hay tiempo.