Monday, April 07, 2008

Colección

Ahí va el hombre llevando siempre
a cuestas
su vieja colección de
cicatrices y heridas que encuentra
por el camino.

A su paso le ordenamos que las coja,
y el hombre
se arrodilla
y
las recoge.

Es una fatigosa colección,
una carga
pesada
de llevar.

No le ayudamos a aliviar su peso.
No le explicamos para qué
esta herida,
esa brecha,
aquella cicatriz.
Tan sólo le mandamos que
las junte.

Quizá va siendo ya hora de decirle
al servicio de qué
las colecciona.

4 comments:

Anonymous said...

Lo bueno de las cicatrices es que ya no duelen, aunque dejen constancia de que en algún momento fueron heridas abiertas.
Lo mejor es tratar de no verlas, pese a que no se olviden (bueno, mejor están si se pierden por ahí).
Un abrazo.
Cloe

saiz said...

Las cicatrices son cicatriSTes.

Gemma said...

Las cicatrics también nos hacen. Hay que asumirlas y lavarlas con mimo o, en todo caso, procurar en lo posible que no nos desangremos por ellas.

saiz said...

Y también pueden ser útiles para aprender, para hacernos más fuertes. A cada cicatriz podríamos preguntarle: aunque me hayas dolido, ¿en qué manera puedes serme provechosa?; ¿qué puedo aprender de ti?