Thursday, May 26, 2016

El de la brocha

Olvidar es higiénico,
es un limpiador mágico:

lava heridas profundas,
arranca viejas costras,
borra manchas mugrientas,
retira los escombros,
lleva el hierro oxidado a plantas de residuos,
saca restos de hollín,
desfonda pozos ciegos,
desatasca desagües,

te remoza,
te aclara,

deja correr el aire donde había sólo trastos…

Olvidar es fantástico,
raya en lo milagroso:

lo que una vez pasó no pasó nunca.

(Como esas pesadillas
que llegan pero luego se van sin dejar rastro;
por obra del olvido se esfuman,
se disuelven en medio de la noche.)

Olvidar es salvífico.
Sin su ayuda eficaz, sin su lograda técnica,
¿cómo resistiríamos?

¿Quién podría caminar entre tejas caídas,
desvencijadas losas,
astillas que se clavan,
vidrios rotos,
cascotes…?

Sea siempre bienvenido el ilustre fregón,
el hábil fontanero,
el pintor que recubre de cal las mohosas piedras.

-Eh oiga, el del mono blanco
(sí, usted: el de la brocha y la escalera al hombro):
¿enluciría usted estas sucias paredes?,
¿vertería sobre ellas una capa
de olvido?


2 comments:

Pilye said...

Dentro de la seriedad del mensaje que encierra, me ha hecho gracia el poema !!
La memoria traidora que a veces nos juega malas pasadas, recuerda lo que quisieramos olvidar y olvida lo que nos gustaría recordar.
Pero que es higiénico, no cabe duda. Bienvenido sea el tiempo que viene con la brocha y pinta de sol los días grises que todos- irremediablemente - llevamos en la mochila.

Hoy no, pero dentro de no demasiados días y siempre con tu permiso, este poema atravesará las páginas para adornar mi blog.
Te abrazo de nuevo.

saiz said...

El efecto humorístico es intencionado, que no todo en la poesía ha de ser seriedad y circunspección, y entre veras y broma... la verdad asoma. Gracias, como siempre, por tu lectura y comentario. Otro abrazo para ti.