Friday, January 02, 2009

Extraños

Vengo de tanta gente
(abuelos
más que abuelos…)
rara
desconocida
Vengo de tanta gente
ignorada
remota
Vengo de tanta gente
a la que nunca he visto
Vengo de tanta gente
de la que no sé
nada
Qué extraño que me sean
tan otros
tan extraños

3 comments:

Elio Milay said...

Dos libros on-line muy bonitos.

"El Profeta", de Khalil Gibran, con una buena distribución por capítulos:

http://www.franciscorobles.com.ar/libros/profeta/index.htm

Y "El Principito", de Saint-Exupéry, con las ilustraciones del autor y un diseño muy agradable:

http://www.franciscorobles.com.ar/libros/principito/index.htm


Como siempre, una maravilla leerte. Echaba de menos nuevas entradas. Qué bien que retomaste tan hermosa rutina.

¡Mis neuronas te lo agradecen!

saiz said...

Leí ambos libros hace mucho tiempo, Elio.

El Principito lo leí a los 14 años, cuando estudiaba francés y lo teníamos como libro de lectura en clase. Pero me enganchó tanto desde el principio que lo leí por mi cuenta con avidez, devorando las páginas y buscando desesperadamente en el diccionario las palabras que no entendía. Recuerdo que "baobab" no aparecía en el diccionario.

Sobre este tema escribí un pequeño relato que se recoge en mi libro "Este sol de la infancia".

Lo recupero ahora para ti:

NO ES PALABRA

Esta mañana he vuelto al tiempo, clase de francés, trece años, en que Marie dice “vamos a leer Le Petit Prince”. Es un libro raro, con emociones conocidas que creía inexpresables. Cada día un par de páginas, pero ahora es imposible parar. Necesito leerlo entero, buscar en el diccionario las palabras que ignoro. Sin embargo, baobab no viene. Pregunto a Marie y me dice “no es palabra francesa, es un árbol africano”.

Fue a causa de los baobabs que el Principito vino a la Tierra. Necesitaba un cordero que comiera los brotes de baobabs, antes de que éstos creciesen e hicieran reventar su asteroide.

Esta mañana hemos hecho la comprobación. Esos pequeños monos se avisan entre sí cuando ven un depredador: si quien ataca es un águila emiten un sonido para que sus congéneres se oculten en los arbustos; si quien viene es un felino vocalizan otro grito distinto para decirles que trepen a un árbol. Algunos zoólogos las llamamos protopalabras. Y esta mañana, desde nuestro puesto de observación, lo he oído. Al ver acercarse una leona, el mono ha movido sus labios y ha dicho claramente baobab.

Anonymous said...

Hermoso cuento que me evoca a mi también la primera vez que lei El Principito.