En algún sitio del valle de lágrimas
hay una casa pequeña y sencilla.
Tiene
un techo de tejas en el que crece el musgo
y paredes de adobe cubiertas por la hiedra.
Tiene
una puerta azul que nunca está cerrada.
Tiene
un patio con pozo
y un árbol en el centro,
del que cuelga un columpio.
En él puedes mecerte a ritmo de oleaje.
Su sonido recuerda el de un claustro materno.
Allí puedes quedarte todo el tiempo que quieras
porque el llorar del valle apenas te salpica.
No puedo darte un plano para ir a aquella casa.
(De hecho, no estoy seguro de haber estado en ella;
quizá sólo la vi de lejos, en un viaje.)
Pero tú has de encontrarla.
Tal vez no te sea fácil. Has de ir con mucho tiento.
Búscala, por favor. Aunque debas
cruzar, recorrer paso a paso todo este amargo valle,
por favor búscala.
¡ Deseo tanto que un día encuentres
esa casa !
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2 comments:
Debe ser difícil llegar hasta esa casa, un lugar donde encontrar la paz que todo el mundo desea, donde descansar del sufrimiento y la tristeza, así que, mientras que voy haciendo camino, trataré de soñarla.
Precioso, Isidro.
Gracias, Cloe, como siempre por tu lectura.
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