Abrámosle la puerta a ese viajero
que viene de regiones apartadas
y atravesó desiertos sin oasis,
valles desolados,
nieves perpetuas,
cordilleras abruptas y angustiosas...
Acojamos en casa a ese viajero ignorado
que viene hacia nosotros sin anunciarse,
inesperadamente,
sin cumplir ningún deber,
sin motivo,
y ha caminado acarreando en sus hombros
un diminuto saco de alegría.
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2 comments:
A la alegría hay que recibirla con todos los honores.
Así es, Aurora. A menudo no sabemos cuántos territorios hostiles y yermos, cuántas trancas y barrancas, ha tenido que recorrer la alegría para venir a nosotros todas las veces que nos es regalada.
Gracias por tu comentario.
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