Cuando pueda adquirirse en el mercado,
me compraré un potente exprimidor,
como ésos que hay para licuar limones,
pero más grande,
más capaz,
más fuerte,
un aparato que exprima silencios,
palabras,
días,
miradas,
caminos…,
un exprimidor para extraer
el zumo,
el jugo de las cosas inmediatas.
(O quizá mejor compraré dos:
uno para mí
y otro para regalártelo.)
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