A veces vienen lobos del pasado. Salen de las grutas de la memoria y galopan, rabiosos, por el tiempo.
Me muerden en los brazos,
en las piernas.
Me mordisquean las plantas de los pies.
Yo intento que se calmen y no puedo.
Dejo entonces que embistan a sus anchas.
Primeramente arremeten con furia, pero después con mordeduras suaves
-como esos perros que muerden jugando, que amagan con mordiscos de mentira, que muerden pero no hunden los colmillos-.
Alguna vez los lobos del pasado se cruzarán conmigo sin morderme.
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3 comments:
Los lobos del pasado al final se domesticaron y se hicieron perros del presente. Enhorabuena, Isidro. Ah y tu blog Ráfagas cada dia más interesante.
Quizás se esconda el miedo a uno mismo, que es el peor de los miedos.
Muchas gracias por vuestros comentarios. No sabía si el poema se entendería del todo, pero ya veo que sí.
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