Wednesday, September 22, 2010

Insignificantes

En medio de las supremas normas rectoras
entre las leyes de la termodinámica
de la gravitación
de las dimensiones físicas
del tiempo
de la luz
de la energía
en medio de las reglas que gobiernan
el universo o los universos
por entre las solemnes normas del Todo
nuestro ser es meramente una anécdota
otro efecto más
confuso
diluido
nuestra consciencia es una desconocida
nuestro zozobrar no importa en absoluto
nuestro miedo, nuestra paz son accidentes
nuestro amor, nuestro dolor no cuentan nada
Para el Todo no somos más que materia
no suspiramos
no somos nadie
El Todo no nos conoce
dentro de él mismo no nos distingue
no nos percibe en su propia plenitud
Para el Todo no existimos

2 comments:

NáN said...

¿Será posible dar un golpe de timón? Para eso, ¿no?, tenemos la conciencia. (Quizá nos falten los trucos).

saiz said...

Es verdad que tenemos la consciencia. Y eso es mucho; muchísimo. A mí me asombra -pese a su obviedad- pensar que el planeta Júpiter (por ejemplo) no tiene consciencia: no tiene autopercepción, no sabe que existe. El Sol (gracias al cual hay la vida en la Tierra) no tiene consciencia. Las estrellas (que vienen a ser soles más alejados) no tienen consciencia de sí mismas (ni de lo demás). Ninguno de ellos -planetas, estrellas...- sabe que existe. Ninguno de ellos se autopercibe. Un ratón, un pájaro, incluso una hormiga tienen más consciencia que Saturno o Neptuno. ¿No es paradójico?

Pero por otra parte los científicos dicen que la consciencia y la inteligencia están sobrevaloradas. Que no son sino una simple estrategia evolutiva, un elemento desarrollado para la supervivencia y premiado por la selección natural. Algo así como el caparazón de las tortugas, la tinta de los calamares o las espinas de los cactus.

Los humanos desarrollamos la inteligencia como las serpientes desarrollaron glándulas venenosas.

(Vaya lío, Nán. Y a lo mejor ni siquiera era a eso a lo que aludías en tu comentario...)