Los que sí nos agrada recordar,
los llevados a la incineradora,
los que eliminaríamos pulsando “supr”,
los que siguen tal vez en el desván,
los ya borrosos,
los seudoolvidados...
os lleváis bien y
compartís estancia
en un lugar viscoso bajo el cráneo,
en una esponja de surcos y arrugas,
en una masa grisácea con forma de
miles de gusanos enredados.
Y dentro de ese sitio sois lo mismo:
puro vacío,
pura inexistencia.
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