Si
enigmáticamente sigilosamente inmotivadamente
llegara la alegría
abramos de inmediato
sin dilación sin remilgos sin preguntar
¿por qué vienes? ni
¿cómo? ni
¿de dónde?
la puerta de la casa
invitémosla a sentarse
saquemos dos cervezas y un plato de aceitunas
y despacio muy despacio
tomémonoslas
con ella.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
2 comments:
Eso, mejor no preguntar y disfrutarla sin prisas.
¿Sabes que decía un amigo que ya no está?
Lo importante es respirar, lo demás, nos llega sin avisar y si es bueno, disfrutarlo.
Saludos
Así es, Aquí me quedaré.
Lo que ocurre con la alegría es que a veces organizamos una fiesta, invitamos a mucha gente (también a la alegría) y, al final, el día de la fiesta vienen todos menos ella.
Y otras veces, cuando no la hemos invitado, la alegría se presenta de improviso: sin avisar.
La alegría es una señora a la que no le gusta que nadie le marque su agenda.
Post a Comment