Creían en los hombres,
soñaban la utopía.
No sabían de ruindad, de abyección, de pequeñez.
No:
ellos creían en los hombres,
soñaban la utopía.
Decían camarada,
compañero,
paz,
humanidad,
mañana…
Apenas tenían ojos para
lo pequeño,
lo abyecto,
lo mezquino.
Creían que el coraje extirparía la ruindad.
Creían que la entrega derribaría la abyección.
Creían que la grandeza aboliría la pequeñez.
Y no. No siempre.
Pero ellos lo pensaban.
Por eso creían en los hombres,
soñaban la utopía.
Creían en nosotros: en nuestra altura, en nuestro valor.
Tal vez aún creen. Tal vez aún sueñan.
Si es así
por favor no habléis,
no tosáis,
no respiréis.
No hagáis ruido. Andad de puntillas.
(No sea que los despertemos.)
Si es así
-si aún creen, si aún sueñan-,
entonces velemos, protejamos su idealismo.
Si es así,
preservemos su
sagrado
sueño.
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2 comments:
Excelente homenaje, Isidro.
Muchas gracias, Nán. Esa gente que cree tanto en la humanidad, en la capacidad de los seres humanos para dejar atrás nuestra debilidad y nuestra bajeza, es digna de la máxima admiración. Sobre todo porque, en cierto modo, creen en nosotros (en ti, en mí..., en todos) más de lo que nosotros mismos creemos.
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