Si al jugar a la vida todo valiera (al menos)
tanto como nos cuesta…
Si nos fuera dado (al menos)
lo mismo que se nos pide…
Si los logros estuvieran (al menos)
al nivel del esfuerzo que requieren…
Si el terreno de juego (cuando menos)
no estuviera dispuesto cuesta arriba…
Si lo adverso fuera (al menos)
de nuestra misma estatura…
Si el arbitraje (al menos)
fuera ecuánime y justo…
Entonces (por lo menos) no perderíamos siempre.
Entonces, en el juego de vivir, podríamos empatar
(sí: al menos empatar)
el partido.
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