Gente herida
pero no hiriente.
Gente entristecida
pero no entristecedora.
Gente dañada
pero no dañina.
Sobrehumanamente humanos,
semidioses.
Otros textos del autor pueden leerse en los libros "Este sol de la infancia" y "Miedo a no volar" (El importe de cada uno es en torno a 8 euros y se destina íntegramente a fines benéficos y humanitarios. Más información en las páginas www.publicacionesacuman.unlugar.com http://publicacionesacuman.blogspot.com.es
2 comments:
y lo siguiente...
lo de después... herida, dañada... y humana?, quizás... solo quizás.
Ciertamente el dolor cambia a las personas.
Se necesita ser un poco más que humano para no trasladar a las otras personas (a nuestro entorno, o sea, a nuestros prójimos -próximos-), la herida que nos sangra, la tristeza que nos recorre o el dolor que nos quema. Para conseguir que la cadena del sufrimiento se acabe en uno mismo y no se proyecte sobre el siguiente eslabón.
¿Cuántas veces hemos "pagado" con otras personas (precisamente con los más débiles, con quienes no tienen culpa de nada) nuestra frustración, nuestra rabia o nuestra adversidad?
¿Cuántas veces, para compensar la vejación o la injusticia de que hemos sido objeto, tratamos indignamente a otros?
¿Cuántas veces el subordinado que ha sido menospreciado por su jefe, lo "paga" después menospreciando a su cónyuge, a sus hijos o a otras personas más indefensas?
Se necesita ser un poco más alto que la media de los hombres para no actuar así.
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