Puede que seas inerte y automático
como acéfala máquina insensible.
Puede que tú,
universo,
estés ciego.
Puede que no veas tu propia materia.
Puede que no oigas tus propios sonidos.
Es posible que no pienses ni sientas;
que no albergues ninguna mente cósmica.
Aunque lo creo improbable,
universo,
quizá no haya más ojos que los nuestros,
ni otra vida más grande que esta vida,
ni una conciencia que comprenda más.
Quizá mires sólo con
nuestros ojos,
escuches sólo con
nuestros oídos,
razones sólo con
nuestro cerebro.
Quizá nuestra mente sea
tu mente
y sean nuestros sentidos
tus sentidos.
Quizá este vivir nuestro sea
tu vida.
Sí: todo tu vivir,
tu vida única.
Qué importantes seríamos entonces.
En tal caso seríamos,
universo,
tus verdaderas fibras terminales.
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4 comments:
Ahora que no cuelgas aquí nuevas entradas he descubierto tus Declives. Y oye: lo mejor de todo .
Gracias por tu comentario.
por eso a la imaginación la llamaba santa teresa la loca de la casa. Que pena que los adultos perdamos la parte más importante de la persona, y que los niños disfrutan de manera natural.
Con la imaginación podemos entender muchas cosas que con el conocimiento limitado nos perdemos. Una de ellas es comprendernos como algo incluido en un todo, grande, poderoso, que nos da sentido y a la vez nosotros mismos damos sentido.
Gracias, Sandra.
Sí, yo creo que cuando miramos las estrellas no somos conscientes de que las estrellas y nosotros somos lo mismo. Somos (ellas como nosotros) un trozo de universo.
No es que el universo sea una cosa y nosotros otra: es que nosotros somos el universo, pues formamos parte de él.
Sin cada uno de nosotros (sin ti, sin mí...) el universo estaría incompleto. Le faltaría algo.
El universo "me" necesita ("te" necesita...) para ser él mismo, para estar completado.
Miramos el firmamento y no somos conscientes de que, con nuestros ojos, es el universo el que se contempla a sí mismo.
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