Está tu yo cruel.
Está tu yo compasivo.
Está tu yo intransigente.
Está tu yo rencoroso.
Está tu yo desprendido.
Está tu yo amigable.
Está tu yo explotador.
Está tu yo pérfido.
Está tu yo magnánimo...
Están todos tus yoes.
Nadie falta a la cita. Ninguno fue excluido.
Piel adentro, están todos.
Y ahora decide a cuál,
a quién
de entre tus yoes
vas a dejar
salir.
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4 comments:
Ese debe ser otro yo, más grande, que no controlamos.
Sí, es cierto, Nán. Es un enigma: ¿quién es el yo que manda en los demás yoes: el yo que los dirige, coordina, supervisa...? ¿Quién es el yo que, aunque cambiemos de gustos y de intereses y de objetivos vitales, permanece sin embargo ahí?
tambien hay que distinguir los juicios de valor en cuanto a la conducta con respecto al propio carácter ó personalidad. Somos una persona (de lo contrario estariamos hablando de mentes enfermas), pero seres complejos, a mayor inteligencia mayor complejidad, porque las necesidades de una persona inteligente son mayores que las de una persona sencilla.
La inteligencia, Sandra, tiene esa contrapartida. En la propia naturaleza es así. Cuanto más inteligente es un animal, más capacidad tiene para el dolor físico y emocional: más grande es su potencial de sufrimiento.
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