Teléfonos, nombres,
direcciones de muertos...
¿Para qué? si no sirven.
Tal vez debería quitarlos de mi agenda,
tacharlos, arrancarlos, poner típex encima,
reemplazarlos por nombres, direcciones de vivos,
teléfonos de gente que sí va a contestarme.
Teléfonos, nombres,
direcciones de muertos.
Tal vez debería sacarlos, expulsarlos.
Pero no: no los borro porque
los quiero cerca,
porque quiero que éste siga siendo
su mundo.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
9 comments:
Los que se han ido, no volverán. Bastante es que lograrán estar aquí mientras nosotros vivamos porque estarán en nuestro corazón. Da igual una agenda donde estén sus nombres, sólo "vivirán" dentro de nosotros, hasta que nos vayamos.
Así es, Cloe. Lo de la agenda (sus nombres, sus teléfonos, sus direcciones..., ahora también sus e-mails) es sólo un símbolo.
Pero un símbolo muy humano, que aprovechan bien las iglesias.
O quizás no. Quizás necesitemos realmente ese punto físico.
En mi estudio, a mi espalda en estos mismos momentos, tengo un pequeño bote con algunas cenizas y la cinta del contestador automático de mi cuñado.
Quizás, incluso descreídos en otra vida, como yo, mantenemos restos de superstición.
El caso, Nán, es que no sabemos casi nada. La teoría es que la muerte física, la extinción de la corporeidad, comporta la desaparición del yo, porque ese yo es sólo la percepción neuronal del cerebro que gestiona el cuerpo. Por eso se dice que no podría haber yo después de la muerte, pues incluso en caso de clonación el cerebro que gestionaría ese cuerpo tendría su propia sensación de identidad, es decir, sería otro. Sin embargo, ¿quién nos garantiza que todo esto es exactamente así? ¿Acaso podemos estar seguros de que lo que percibimos es todo lo real? ¿No es posible que, de algún modo, la conciencia tenga una existencia previa y una parte de ella se deposite en los seres con capacidad física para recibirla? Yo creo que eso no es radicalmene descartable, porque no parece asumible que en el universo no haya más conciencia que la nuestra: que al margen de los humanos no exista conciencia en el cosmos. Entonces, y puesto que sabemos tan poco, no parece descartable que tras la muerte corpórea se siga, de alguna forma, existiendo.
Yo espero las razones para el sí. O las intuiciones para el sí.
Las segundas llegan. Pero puedo explicarlas de otra manera.
Pero no creo que el tema tenga tanta importancia. Y desde luego no hay manera sensata de analizarlo.
Nuestras agendas son microbiografías de quienes fuimos.
Yo conservo muuuuuchas.
;-)
Un abrazo
Gracias, Nán y Aurora, por vuestros comentarios. Yo también guardo agendas, o por lo menos listines telefónicos en donde están los teléfonos de gente que ya no vive. Hay muchas cosas que no me atrevo a tirar porque siento que lo que arrojaría es una parte de mí. Es una forma (espero que atenuada) del llamado "síndrome de Diógenes".
Tengo mi propia opinión al respecto. La energia ni se crea ni se destruye, se transforma, y eso es lo que hacemos, transformarnos. Yo siempre he tenido experiencias vivenciales como recuerdos, más nítidas que las actuales, que forman parte de mi realidad, aparte de la histórica conciencia sociológica del ser como algo no limitado, cuya generalidad le otorga una certeza aunque sea como saber intuitivo.
Gracias, Sandra. Probablemente los que se fueron siguen, de alguna forma desconocida, viviendo y permaneciendo en nosotros.
Post a Comment