Thursday, July 17, 2008

Cómo sería

¿Cómo sería ese yo
de haber vivido
no en la esquina confortable en que nací
sino
en la de las carencias
allí donde no hay niñez
ni cena
ni colegio?
¿Cómo sería ese yo?
¿Qué habría el alrededor hecho
de él?

5 comments:

Anonymous said...

A menudo yo también me he preguntado si el tener otra realidad diferente hubiese cambiado mi vida. Desde luego que si, hubiese vivido otras situaciones, otras vivencias, otro tipo de gente, pero siendo la misma persona, porque mi identidad hubiese sido idéntica.

saiz said...

Puede ser así, Sandra. Yo creo que la identidad es una especie de proceso que empieza a configurarse a partir de la naturaleza propia de cada uno, o sea, a partir de la carga genética con que nacemos. Pero inmediatamente empiezan a actuar los hechos y experiencias vitales. Y ese conjunto nos va dando una imagen compleja de nosotros mismos, con la que vamos actuando de un modo más o menos coherente en la vida.

No obstante, la identidad así conformada es algo relativo, plástico y capaz de modificarse a lo largo de la vida. Esto es lo que lleva a comportarnos de forma diferente según el contexto o entorno en que debamos actuar. Por eso, en cierto modo podría decirse que una parte de mí está en mí, pero otra parte de mí está fuera.

Gemma said...

Hoy (22 de julio del 2008) leía en La Vanguardia una entrevista en "La Contra" a un neurocientífico español que afirmaba que el cerebro condiciona nuestros pensamientos, pero también determinan éstos nuestro cerebro, su plasticidad.

En fin, que lo que pensamos y sentimos, lo que vivimos determia nuestras vivencias futuras, el modo en que éstas últimas son procesadas... Me pareció muy interesante y a la vez muy sensato sus descubrimientos.

Un abrazo

saiz said...

Gracias, Mega. Últimamente yo también he leído algo sobre eso. Creo que lo llaman "epigenética", y viene a mostrar que, igual que el ejercicio físico cambia la forma de nuestro cuerpo, también la actividad mental cambia la morfología de nuestro cerebro. Igual que el cuerpo (desarrollándolo, movilizándolo) puede cambiarse a sí mismo, también la mente puede cambiar su propia estructura o configuración.

Es curioso que somos "el edificio", pero también (al menos en parte) somos "el albañil" que confecciona el edificio.

E incluso se apunta que la forma de usar nuestro cuerpo y nuestra mente es interiorizada hasta el punto de afectar a nuestros genes. Es decir, que nuestra carga genética puede verse condicionada por nuestra forma de vida. De modo que lo que hacemos y pensamos podría afectar también a nuestros descendientes. ¡Vaya responsabilidad!

Gemma said...

Maravilloso. ¿Cómo es posible que seamos tan lábiles?

De goma parece que tengamos los huesos... y el alma.

(Gracias a ti por los datos que aportas.)