Pondremos, Memoria, un vigía en tu puerta,
un cancerbero atento y diligente
y dejaremos que entre sólo quien tú
digas.
A los demás los echaremos, no dejaremos que
se queden.
-¿Tú vienes a instalarte en este sitio?
Bien, ante todo veamos para
qué.
-¿Vienes para alegrarlo, embellecerlo?
Pasa entonces, estás
invitado.
Pon aquí tu hogar.
-¿Vienes a entristecerlo y afearlo?
Entonces no. No eres bien
recibido.
Márchate de aquí.
¿No es eso lo que quieres,
Memoria?
(No, no eres tú. Soy yo quien lo
deseo):
Un vigilante en la
puerta,
alguien que supervise a qué viene
aquí
cada recuerdo
y a los saboteadores no les deje
pasar.
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