Cuando eras niña tu lengua era sabia,
pero al crecer se fue
deteriorando.
Vinieron
"tramposo",
"especulador",
"déspota",
"xenófobo",
"esclavista"...
Vinieron
voces oscurecedoras:
palabras torcidas, oblicuas, curvas.
Pero al
principio sólo tenías "malo":
A la que hacía el mal la llamabas
MALA.
Al que hacía sufrir le llamabas MALO.
Les llamabas por su nombre
genuino:
su nombre de verdad,
su llano nombre.
Hablabas de ellos
como debía ser.
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