¿Cómo nos atrevemos a juzgar a los otros
sin haber estado nunca en
sus huesos,
sus glándulas,
unos pocos centímetros detrás de su frente?
¿Cómo nos atrevemos a juzgar a otros hombres
sin saber qué les faltó
de aquello que tuvimos?
¿Cómo nos atrevemos a juzgar a otra gente
sin haber llegado a hoy por los mismos caminos
-rectos o sinuosos,
llanos o cuesta arriba,
despejados o abruptos-?
¿Cómo nos atrevemos a juzgar a los otros
sin ni siquiera habernos metido en
sus zapatos?
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5 comments:
No juzgar para no ser juzgados. Ojala
No soy persona de juzgar y sin embargo, una vez he juzgado, y volvería a hacerlo.
Durante un largo tiempo me sentí acosada por una señora de un blog.
No acoso sexual, no.
Quería, a través de mí, saber la vida de los otros. No sé como lograba o llegaba a saber cosas inauditas de personas de los blog.
Me sentía asfixiada y totalmente incómoda. Esas cosas no me gustan.
Pensé que si a mí, me hablaba de los demás, a los demás les hablaría de mí. Aún creo que sigue hablando o diciendo cosas sobre mí sin conocerme ni saber como soy.
Como le gusta muchos comentarios en su blog y entra a la mayoría de los demás, con un simple, hola, para que educadamente le devuelvan la visita, dejé de entrar en el suyo y no volví a saber nada de ella. Respiré muy feliz y serena.
Su educación exterior a la vista de todos es, magnífica y yo que conozco esa otra cara insufrible, me permito juzgarla.
Besos
Hola, Anónimo y Aquí. Es inevitable juzgar, como es también inevitable comparar (aunque sólo sean los precios de las lavadoras). Lo que pasa con los juicios es que tendemos a juzgar a los demás con nuestra propia escala de valores, con nuestra tabla de pesas y medidas. Y el problema es que la persona que juzgamos tiene otra escala, otro patrón de medir, otra estructura de valores. Y por eso el juicio que hacemos es generalmente incorrecto.
Se dice que hay que "ponerse en el lugar" de la persona que se juzga. Pero no basta con ponerse en su lugar (sus circunstancias). Habría también que ponerse en su piel, en su biografía, en sus sensaciones, en su propio cerebro... Lo cual es, obviamente, imposible.
Vale, intentaré hacer lo que dices
Un beso
Uno más de tus buenos poemas éticos
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