Siempre a destiempo
incipientes
prematuros
teniendo que irnos de sitios
antes de llegar a ellos
Aún con la niñez a medias
y hubo que hacerse adulto
Aún sin madurar del todo
y empezó el marchitarse
Aún sin entender bien la vida
y habrá que salir de ella
Siempre igual
pre-expulsados
Sin haber llegado aún
sin haberse asentado pero ya hay que
marcharse
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3 comments:
Te leo con un pesimismo profundo. Hay que resistir.
Mújica, el Presidente de Uruguay, cuando era Tupamaro (los tupas eran de gatillo difícil, mataban muy poco) le ametrallaron en la calle y lo dejaron por muerto. Unos médicos navales que pasaron por allí, lo recogieron y le operaron (13 litros de transfusión de sangre). No debieron anestesiarlo, porque uno de los médicos contó: "Un tío con huevos, nos gritaba ¡No me dejen morir, soy un resistente!
Después lo metieron en un pozo de 1 x 1,80 metros, los tres primeros años sin darle nada de leer. Salió de allí, ahora es Presidente pero sigue viviendo en su casita con huerto. Suele ir al papalcio presidencial en su vespa y tiene un sueldo que no le permite comprarse un televisor de plasma. Y no odia.
Hay ejemplos en la vida, Isidro, que nos hacen aferrarnos a ella.
No sé si sabrás que por fin me operaron de la espalda y he quedado fantástico, ya ni tomo analgésicos. Pero por una negligencia médica, un error de papeleo en un hospital público cuya gestión ha sido cedida a una empresa americana, me inmovilizaron sin ponerme eparina.
Días después tenía un trombo en la pierna, estaba solo y no quise darle importancia, hasta que 4 días después vino a verme mi hijo y me llevó a Urgencias, donde me ingresaron de inmediato.
Ha pasado sin tratamiento los 4 primeros días, me dijeron, los días en los que el trombo se podría haber soltado y haberle matado.
Mi reacción (ahora estyo con muchos cuidados, pero en casa, dando largos paseos) ha sido la de aferrarme con fuerza y alegría a esta vida que tenemos.
Se me olvidó precisar que Mújica estuvo 10 años metido en ese pozo, en el patio de un cuartel.
Nán, es estremecedor lo que cuentas. Por otro lado, siento que hayas pasado la experiencia hospitalaria que relatas. Me alegra que ahora todo haya pasado y estés bien y en tu casa. Disfruta de la vida, Nán. Que para lo otro ya tendremos todo el tiempo del mundo.
Un abrazo.
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