Friday, April 24, 2009

Eso ajeno

Tenemos huesos, órganos que no hemos elegido.
Tenemos creencias, gustos que no hemos elegido.
Tenemos miedos que no hemos elegido,
aversiones que no hemos elegido,
instintos que no hemos elegido…

(¿Acaso tú elegiste amar lo que has amado?
¿Elegiste tú acaso tu risa o tu dolor?
¿Elegiste tus sueños y tus decepciones?
¿Elegiste tus dudas y tus seguridades?
¿Elegiste tu calma, tu ansiedad, tu cansancio…?)

Tenemos tantas cosas que no hemos elegido…,
tantas cosas, que a veces hemos de imaginar que sí elegimos algo.
(Ahora yo, por ejemplo, estoy imaginando que elijo lo que escribo.)

De continuo creemos que estamos eligiendo
y que otra cosa no escoge nuestros actos.

Ilusamente andamos persuadiéndonos de que
nada exterior,
nada oculto,
nada extraño
decide por nosotros;
de que nada de fuera nos elige.

Pero ¿quién o qué es
eso extraño
eso exterior
eso ajeno
que escoge por nosotros?

4 comments:

Anonymous said...

uno escoge, de un modo u otro, pero nunca o casi, se da uno cuenta

saiz said...

Gracias, Marae. Probablemente es así: que cada paso que damos en nuestra vida es una elección inconsciente. De modo que nuestra existencia es una suma de miles -o millones- de elecciones de las que apenas nos hemos dado cuenta.

Aunque también cabría plantearse si elegir sin saber que se está eligiendo, ¿es realmente elegir?

NáN said...

Está muy bien lo que planteas y cómo lo planteas. Hay algo que heredamos: hasta una forma de hacernos viejos.
Tengo dos hermanos mucho más mayores que yo y crecí pareciéndome a veces al "pequeño" (14 años más que yo), hasta que de pronto, con los años, empecé a parecerme al mayor, hasta tal punto que, ya muerto este, en una visita a mi ciudad de origen, en la barra de una cafetería, el que estaba sentado a mi lado me miró y se pegó un susto.

Aparte de lo heredado, hemos ido acumulando una conciencia tan abultada que lo que creemos "conciencia" es solo la punta del iceberg.

Pero tienes razón, aunque nuestas elecciones estén basadas en eso, lo que "elegimos" no tiene nada que ver con lo que el diccionario dice que significa "elegir".

Un abrazo

saiz said...

Gracias, Nán, por tu comentario.

La anécdota que cuentas es muy curiosa. Dices que la persona que te confundió con tu hermano muerto "se pegó un susto". Lo entiendo pero a la vez me pregunto: ¿por qué ha de asustarnos ver vivo a alguien que creíamos o sabíamos muerto?

También está muy bien el ejemplo del iceberg. ¿En qué consiste todo lo sumergido, todo eso que no se ve, toda esa parte de nosotros que no es percibida ni perceptible? Y sin duda no resulta visible para los demás, pero tampoco para nosotros mismos. Porque a la postre ninguno sabemos cómo somos realmente, ni de qué estamos hechos en lo profundo.

[Por cierto, Nán, te hice aparecer en un relato titulado "La tejedora de sueños" que colgué en mi blog saizdemarco.blogspot.com (Un pequeño homenaje para un fiel lector)]