Tuesday, April 14, 2009

Cosas

La calle en que jugué de niño. Entonces fue ocre y terrosa. Ahora, en cambio, se exhibe gris y asfaltada.

La perdiz disecada en el aparador del salón. Con sus plumas, su pico, sus alas. ¿Por qué no anda? ¿Por qué no vuela?

El libro tan raído con las Rimas de Bécquer. ¿Cómo pueden no decirme nada, si con 14 años me emocionaban tanto?

Los fósiles. Los animales de piedra. Trilobites, amonites, criaturas extinguidas, ¿dónde estáis ahora?

Los baobabs del Principito. Esos árboles que no he visto nunca. Oí que crecen en Madagascar. Pero ¿realmente quiero verlos, o prefiero soñarlos?

El doble disco de vinilo. Serrat cantando a Machado, Alberti, Hernández, León Felipe. Acabó rayado de tanto ponerlo. Ahora leo esos versos y resuenan con música.

La mesa de noche de mi padre. Él ya no está, pero abrir sus cajones sigue siendo un ultraje.

Los pelos que crecen en la nariz, en las orejas… quizá para recordarme el simio (o el sitio) del que vengo.

El espejo que me ponen en la peluquería para verme por detrás. Un espejo reflejado en otro espejo. Una nuca, una espalda…: ellas también son yo.

Los ojos de pez en el supermercado. Ojos que no me ven pero me acusan. Y tengo que mirar hacia otro sitio.

Las viejas fotos del álbum. Mi padre de niño. Mi madre de niña. Mis abuelos de niños… Así que ellos también…

Aquellas llaves que absurdamente he ido guardando. Llaves pequeñas y grandes. Llaves inútiles. Tantas llaves para abrir cerraduras que no existen.

Los desiertos, los cactus, las chumberas…, que me gustan y no sé por qué.

Esa casa rodeada de árboles que veo tantas veces y en tantos sitios (desde el autobús, desde el coche, desde el tren…). Esa casa, blanca y sencilla, con hiedra adherida a sus paredes. Esa casa en la que nunca he estado pero en la que siempre querría estar.

El teclado desgastado por las yemas de mis dedos.

Las letras, que representan sonidos. Los sonidos, que representan objetos. Símbolos de símbolos dispuestos en hileras. En parte existentes y en parte imaginarios. ¿Qué sería yo sin ellos?

Cosas. Objetos.

Objetidad. Cosidad. Realidad.

3 comments:

NáN said...

Un recorrido tierno, y duro, por nuestras amigas las cosas. Cuando Nabokov enseñaba el Ulises de Joyce a sus alumnos, les exigía que conocieran de memoria elplano de Dublín. ¿Cómo entender, si no, a los personajes?

Ese verso largo que tanto te sale ya te sirve para profundizar, no para despersarte.

NáN said...

perdón, "dispersarte"

saiz said...

Gracias, Nán, por cuanto dices. Y también por hablar aquí de Nabokov: ¡qué delicia leerle! Se dice que escribía en inglés mejor que cualquier autor angloparlante... sin ser el inglés su lengua materna. No tengo conocimiento suficiente para leerle en versión original, pero sí lo bastante para disfrutar del arranque de "Lolita": una pura delicia, en V.O. o traducido.