Qué acostumbrado el corazón de la anciana a ver partir a otros
más viejos, más jóvenes
y con cada marcha un trozo de sí misma
una entraña extirpada a sus adentros
y una pregunta a la que no encuentra respuesta
¿por qué no he sido yo la que se ha ido?
Qué contrahecho el anciano corazón, que tras cada partida es
más blando, más duro
Qué abandonado ya al arrancamiento
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