Si yo mandara en mis gustos,
si mandara en mis creencias,
si pudiera ordenarme "-Créelo" o decir "-Que eso me atraiga",
"-Que esto deje de gustarme",
y pudiera acatarlo y por dentro obedecerme,
entonces sí sería yo
mi dueño.
Otros textos del autor pueden leerse en los libros "Este sol de la infancia" y "Miedo a no volar" (El importe de cada uno es en torno a 8 euros y se destina íntegramente a fines benéficos y humanitarios. Más información en las páginas www.publicacionesacuman.unlugar.com http://publicacionesacuman.blogspot.com.es
5 comments:
Me encantan tus poemas y los leo muchas veces, tal y como leí tu libro. Unos me dicen más que otros, pero ninguno me deja indiferente. No me conoces y, por tanto, no tengo que fingir lo que no siento. Si no me gustasen, no entraría a leerlos casi todas las noches, aunque, claro, no siempre digo algo porque no sé hacerlo. Pero éste me ha hecho pensar que yo tampoco soy dueña de mí misma, qué más quisiera. No soy capaz de que nada dentro de mí me obedezca, tanto si es bueno como si es malo. Y, a veces, mira que trato de conseguirlo, pero no, no hay manera.
Un abrazo
Cloe
Gracias, Cloe. Me encanta que dejes comentarios. Otras personas dicen que prefieren no dejarlos y que no se les ocurre qué decir. Pero yo siempre los agradezco, porque no me deja indiferente saber lo que ha sugerido cada poema. Aunque no siempre coincida lo que el autor quiere expresar y lo que el lector recibe (o a veces el lector no recibe nada), siempre es interesante saberlo.
Pues mira, esta vez no estoy de acuerdo con tu poema, con ese distanciamiento entre el "superyo" que lo quiere controlar todo y un "yo" llevado por los vientos.
Porque ese "yo" impulsado por no se sabe qué es el único "yo". Que convive con el que "querría ser otro yo": este segundo forma parte del primero... porque ese segundo yo no existe.
Nos gusta lo que nos gusta y es estupendo que sea así: solo una obsesión poco productiva puede crear en nosotros un personaje "falso" (y por tanto nocivo), que marque y señale lo que me debe gustar o no.
Yo de ti estaría tranquilo de que te guste lo que te guste, porque millones de casualidades han conducido al Saiz que ahora es (y que es siempre el mejor que podría ser).
Hay cosas que no elegimos, pero están. Y cosas que elegimos y se van. Supongo que lo mejor es encontrar un equilibrio.
Saludos.
Gracias a todos (Nán, Elendaewen...) por vuestros comentarios. La pregunta quizá sea:
¿Elegimos lo que nos gusta?¿Elegimos lo que creemos?
¿O más bien son ellos -lo que nos gusta, lo que creemos- quienes nos eligen a nosotros?
A mí me llama la atención, por ejemplo, que los mandamientos principales para alguna religión sean: cree en Dios y ama a Dios.
Pues bien, yo pregunto: ¿puede uno DECIDIR creer algo?, ¿puede uno DECIDIR amar algo?
Puedo tomar la decisión de creer que la Tierra es plana o que nuestras desdichas proceden de que una señora llamada Eva mordió una vez una manzana, pero, por mucho que me empeñe en ello, está claro que no lo voy a creer.
Puedo tomar la decisión de que me guste el boxeo o la caza mayor, pero (aunque tal vez pueda autoengañarme), creo que cada vez que esté haciendo esas actividades pensaría "con lo a gusto que estaría ahora paseando por el campo, o leyendo un buen libro".
¿Acaso he elegido yo que me guste caminar por el campo?, ¿he elegido yo disfrutar con la lectura? No, no lo he elegido. En cierto modo lo eligieron los árboles y los libros; o sea, ellos.
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