Luz venida del centro para iluminar todo,
si has de venir de nuevo
no olvides encenderme.
Ya otro día me olvidaste:
a todos encendías y me dejaste a oscuras.
Eras como un destello que animaba a las piedras,
que derretía glaciares y hacía vivir lo inerte.
Pero a mí me dejaste frío y pétreo y apagado.
Luz, yo no sé atraerte. No sé cómo llamarte.
Pero aún así te invoco:
No pases más de largo. Si otra vez vienes, luz,
no te olvides de mí.
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2 comments:
Hoy he recordado cómo llamaba yo a esa luz: Esperanza. La primera vez que leí tu poema, supe que alguna vez había implorado por algo así y ahora ya sé qué era. Lo descubrí entre las páginas de un cuaderno en el que pedía todo tipo de cosas y escribía mis tristezas y mis sueños. Sólo era una niña, un pequeño "patito feo" entre miles de cisnes. Pero, lo importante, es que hoy al releerlo, he sabido que, desde el día que pedí que la Esperanza no me abandonara, no lo ha hecho. Aquí sigue, dentro de mí, mi pequeña y tan grande compañera.
Cloe
Gracias, Cloe. He leído tu comentarios varias veces. Es muy hermoso todo lo que dices.
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