Del sumidero del dolor brotan
llamas y éxtasis.
En la ciénaga del dolor crecen
flores carnosas:
nenúfares de pérdida,
orquídeas del abismo,
rosas del espanto,
lirios de la sed...
Para algo había de servir
el lodazal del dolor.
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2 comments:
Ya se sabe: que no hay mal que por bien no venga.
Gracias, Helen, por tu comentario.
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