Con su varita mágica
(en realidad un leño bien gordo)
dio unos toquecitos
(más bien unos zurriagazos)
aquí y allá
sobre la argamasa,
recitó un conjuro
y ¡zas!
cedió la tapia
y volvió invisibles a
"fuera" y "dentro".
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3 comments:
Hermosos poemas. Vine aquí reenviada desde
decir-lo-indecible.blogspot.com
Gracias a quien me aconsejó
Gracias por tu visita.
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